Soy Juan Daniel Oviedo.
Aspiración a la Presidencia del 2026-2030
El 11 de septiembre de 2024, Oviedo señaló que: “creemos que, en 2026, Colombia va a querer tener un verdadero cambio, pero debemos ofrecer alternativas claras sobre cómo debe darse ese proceso. Por eso, queremos estar en la conversación y demostrar que un proyecto de ideas, con preparación y que genere confianza es viable en el país”, expresó Oviedo.
Además, Juan Daniel Oviedo manifestó que el 41% de los colombianos mayores de 18 años se identifican con una ideología de centro, un sector que, según él, no ha sido debidamente representado en la política del país. “No es derecha ni izquierda, no es Uribe ni Petro”, afirmó Oviedo, subrayando que su propuesta busca ofrecer una alternativa distinta a cualquier extremo político.
Soy Juan Daniel Oviedo...
De madre vallecaucana – Miriam Arango – y padre santandereano, nací el 16 de marzo en Bogotá. En la misma fecha que mi abuelo materno – Plutarco Arango-, quien marcó mi vida. Mis primeros años los viví en el barrio Villa Luz, localidad de Engativá, luego nos trasteamos al barrio Normandía en la misma localidad – Como mi papá era piloto de aviones de carga- vivíamos cerca del Aeropuerto.
La primaria
Vivía con mis padres, mi hermano y mi hermana (por parte de mamá, de una unión anterior), y mi abuelo. Él me preparaba el desayuno para ir al colegio, me esperaba en la ruta y cuando sacaba buenas notas me invitaba a torta de banano. Mi abuelo era carpintero y de la plata que ganaba por hacer un clóset, una cama o una mesa de noche, me regalaba cosas. Como mi papá viajaba mucho, de alguna manera él se convirtió en mi figura paterna por excelencia.
Un día de 1982, jugando en la casa me caí sobre un tarro de lata donde venía una leche en polvo que mi papá traía de no sé dónde, y que la persona que ayudaba en la casa había convertido en una caneca de basura improvisada, m corté la cara super fuerte. Mi mamá no estaba en ese momento en la casa y mi papá andaba de viaje por su trabajo. Mi abuelo, angustiadísimo, me llevó en un taxi al Hospital infantil Lorencita Villegas donde me tomaron 72 puntos entre internos y externos. Ese accidente me dejó una cicatriz importante en la cara como en forma de “Z” que se convirtió en un factor de rechazo constante. Me ponían apodos espantosos, “Rataniel” o “Monster” me decían.
Estando en quinto de primaria le dio cáncer a mi abuelo. Como no quería que yo lo viera enfermo, tomó la decisión de no dejarse ver. Esa decisión fue muy difícil para mí. Ese ser humilde, de tan buen corazón, mi amigo y quien se convirtió en mi figura paterna murió el 3 de abril de 1987.
El bachillerato
Sexto se lo tiraba mucha gente y yo tenía ese miedo: me había quedado sin mi abuelo, y debido a la montadera no socializaba mucho que digamos. Decidí ponerme a estudiar. Mis calificaciones de primaria eran normales, pero en bachillerato empecé a ser el mejor estudiante.
Mi papá y mi mamá se separaron en 1991. Él se fue y nos tuvimos que pasar a un apartamento muy pequeño. Le dije a mi mamá que no le iba a pedir plata a mi papá. Ella me dijo: “yo tampoco”. Mi mamá se puso a trabajar de vendedora en un almacén de ropa y yo a seguir estudiando “con toda” para salir adelante.
A pesar de que le cogí el tiro a las matemáticas y me gustaban los números, quería ser médico, pero sabía que me descompensaba cada vez que veía sangre. Pasé por orientación profesional con el psicólogo del colegio y me decidí por la Economía, que es una buena combinación entre los números y sociales.
La Universidad
En 1994 entré a la Universidad del Rosario, porque becaba desde el quinto semestre a los colegiales y yo tenía el objetivo de hacerle la vida más fácil a mi mamá. Ella con el trabajo en la ropa me pagó los primeros cinco semestres y gracias a la “clavada” en el estudio logré convertirme en colegial y obtener la beca.
Mientras cursaba la carrera empecé a trabajar en el Departamento Nacional de Planeación (DNP). Ya finalizando llegó la oportunidad de irme a España a estudiar una maestría y no lo pensé dos veces. El 2 de marzo de 1999 terminé de trabajar en el DNP a la una de la mañana, me fui a mi casa, dormí un rato, me levanté, me arreglé y recibí mi título como economista a las diez. A las seis de la tarde ya estaba sentado en un avión de Iberia rumbo a España.
Posgrado
Siendo un extranjero, en Madrid aprendí a escucharme más a mí mismo. Entendí que los estereotipos que me había forzado a seguir en Colombia no habían funcionado. Viviendo en una sociedad con menos prejuicios y tapujos me sentí más libre para vivir siendo yo mismo. Luego de España me fui becado para Toulouse -Francia- para seguir estudiando. No sabía francés. Con el diccionario del colegio armaba las frases, palabra por palabra. Aprendí el idioma y logré obtener un doctorado en economía. En ese país tuve mi primer novio y le cogí gusto a trotar, que hoy junto con patinar (que me gustó desde niño) son los ejercicios que practico regularmente (entre semana a las 4:00 a.m. y los fines de semana un poco más tardecito).
De regreso al país
En Europa, una oferta de trabajo que pintaba bien no me resultó, y ante la falta de un salario, tomé la decisión de regresar a Colombia. Me vinculé como profesor de la Universidad del Rosario.
Desde 2006 me he desempañado en varios trabajos como asesor del despacho del ministerio de las Tecnologías de Información y las Comunicaciones, asesor externo de la Comisión de Regulación de Comunicaciones, de la Superintendencia de Subsidio Familiar, de la Autoridad Nacional de Televisión, Superintendencia de Puertos y Transporte y consultor de diversas entidades públicas y privadas, sin dejar la universidad, donde además de profe fui director de la Escuela Doctoral de Economía y director de Planeación y Efectividad Institucional hasta 2018, cuando fui designado como director del DANE.
2023
Desde febrero de ese año, viendo lo que pasaba en el país y en Bogotá especialmente, considerando mi interés por el servicio público, y viendo el reconocimiento espontáneo y muy bonito de la gente por mi labor en el DANE, junto con el movimiento de ciudadanos “Con toda por Bogotá”, decidí lanzarme a buscar el apoyo ciudadano para ser alcalde de Bogotá. De la mano de nuestra energía voluntaria (más 50 personas y creciendo), empezamos a recorrer Bogotá, dialogando con la gente en la calle y pidiéndoles la firma para avalar mi candidatura independiente a la alcaldía de Bogotá.
Además de las firmas, desde el pasado 26 de mayo y adelantamos en todas las localidades de la ciudad un ejercicio que llamamos “Oviedo Para Oreja”. Empezamos en Bosa, localidad en la que estoy viviendo. En estas jornadas escuchamos a la ciudadanía con sus necesidades y problemas, lo que se convertirá en insumo muy importante para la elaboración del programa de gobierno.
Tras el 29 de octubre, obtuve la confianza de 616.902 personas que depositaron su voto en mi y en nuestro proyecto, y nos dieron la segunda votación que me permitió acceder a una curul en el Concejo de Bogotá a través del Estatuto de Oposición.
2024
Me posesioné como Concejal de Bogotá, y hago parte de la Comisión II. Decidimos continuar con los Oviedo Para Oreja y ya hemos realizado 7, también abrimos la Casa de la Escucha, los Charladito Con Oviedo, los Diálogos con Ciudadanía y el Preguntódromo, un total de 5 espacios que conforman nuestro Ecosistema de Ciudadanía y nos permiten estar en la calle, escuchando, poniéndole corazón a las realidades y cabeza a los problemas de nuestra ciudad.
Me llena de gratitud, emoción y mucho entusiasmo sentir el apoyo de la gente. Reconozco que este desafío es grande para alguien como yo que no viene de la política y sin padrinazgos ni jefes políticos. Mi compromiso es trabajar para resolver los problemas, con más acción y menos ideología, poniendo a la ciudad y sus habitantes por encima de la polarización política que estamos viviendo.